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30 de septiembre de 2025

Ácido salicílico: el activo favorito para piel grasa y piel con tendencia acnéica

El ácido salicílico se ha consolidado como uno de los ingredientes más eficaces y confiables dentro del cuidado de la piel con tendencia acnéica. Su presencia es habitual en limpiadores, tónicos, mascarillas y sérums destinados a tratar imperfecciones, controlar el exceso de sebo y mejorar visiblemente la textura cutánea. Pero ¿qué lo hace tan especial? ¿Cómo actúa realmente sobre la piel? En este artículo explicamos por qué este beta hidroxiácido (BHA) es considerado un activo imprescindible en cosmética dermofuncional, especialmente en fórmulas dirigidas a pieles grasas y con tendencias acnéicas.

¿Qué es el ácido salicílico?

Aunque su origen está en la corteza del sauce blanco, actualmente el ácido salicílico se produce de manera sintética para garantizar estabilidad y pureza. Pertenece a la familia de los beta hidroxiácidos y, a diferencia de los AHA, (compuestos orgánicos solubles en agua, derivados de fuentes naturales como frutas, leche o caña de azúcar), tiene una estructura lipofílica, lo que le permite penetrar fácilmente en los poros obstruidos por grasa.

Esta característica es fundamental: no se limita a exfoliar la superficie de la piel, sino que actúa desde dentro del poro, rompiendo la acumulación de sebo y células muertas que causan puntos negros, espinillas e irritación. Por eso es especialmente eficaz en pieles con tendencia acnéica.

¿Cuándo es recomendable usar el ácido salicílico?

El ácido salicílico está especialmente indicado para personas con piel grasa, mixta o con tendencia a desarrollar imperfecciones. También es útil en rutinas preventivas, cuando se busca mantener los poros limpios o controlar el brillo en zonas específicas como la zona T.

En pieles sensibles o secas, su uso debe ser más cuidadoso. No está contraindicado, pero conviene optar por fórmulas con bajas concentraciones (0,5–1%) y que incluyan ingredientes calmantes o hidratantes.

Productos con ácido salicílico y cómo usarlos

El ácido salicílico se encuentra en diversos formatos como limpiadores, tónicos, sérums, mascarillas y tratamientos localizados. Esta variedad permite adaptarlo a distintas necesidades: desde un uso diario suave hasta aplicaciones más intensivas en zonas específicas.

Un limpiador con baja concentración puede usarse a diario sin problema. En cambio, un sérum más concentrado conviene aplicarlo solo unas veces por semana o sobre granos activos. En entornos profesionales, también se utiliza en peelings, aunque siempre bajo supervisión profesional.

Para empezar, se recomienda una frecuencia moderada —como noches alternas— y ajustar según tolerancia. Siempre debe acompañarse con protector solar, ya que la piel queda más sensible tras su uso.

En cuanto a combinaciones, es compatible con niacinamida o ácido hialurónico, pero conviene evitar mezclarlo con retinoides o exfoliantes fuertes si la piel no está acostumbrada.

Aunque tiene fama de irritante, lo cierto es que bien formulado y usado correctamente, no debería resecar ni causar molestias en la piel. Y no, no es solo para adolescentes. Cada vez más adultos lo utilizan para mantener la piel libre de imperfecciones, con poros limpios y textura uniforme.


El verdadero valor del ácido salicílico no está solo en lo que consigue a nivel cutáneo, sino en lo que representa dentro de la cosmética moderna: un ejemplo de cómo la ciencia puede transformar un ingrediente clásico en un aliado versátil, seguro y adaptado a diferentes perfiles de piel.

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